El masaje no es un lujo, es una necesidad.
Esta necesidad se expresa a través del cuerpo, de un dolor de espalda, de piernas, el adormecimiento de un brazo, dolores de cabeza, mareos, cansancio muscular, una articulación dolorida…
El dolor nos llama la atención, nos lleva el foco de nuestra existencia hacia allí, y nos perdemos de vista como seres totales y sobre todo como seres capaces de estar bien y en armonía.
Buscamos ayuda cuando llegamos al límite de lo que podemos soportar. Podemos reducir en mucho la expresión del dolor, sin expresar ( ex: sacar, presar: presión) y nuestro sabio cuerpo encontrará algún otro canal por donde comunicarse.
El masaje en este sentido propone una forma de comunicación entre el paciente y el terapeuta a traves de este con-tacto. La palabra terapeuta viene del griego y significa cuidar, atender, servir. Por lo tanto se trata de establecer una relación, sin palabras, en un lenguaje más primario y elemental justamente con el que se está expresando, que le sirva al que busca ayuda para tomar conciencia de su cuerpo e ir más allá del dolor más obvio. De redescubrir al cuerpo como territorio de posibilidades y no de limitaciones.
Algunas dolencias o estados de las personas pueden aliviarse con un solo masaje, y otras requieren más de uno. En cada caso se evalúa conjuntamente los pasos a seguir.