Considero y sostengo que la evidencia es preferible a la presentación de una supuesta experiencia, y la confianza es el factor más importante de cara a una colaboración duradera.
El 90% de redactores y correctores no dominan la colocación de comas, algo fundamental para facilitar el entendimiento de escritos formales o técnicos.
No todo es la ortografía en la que, por supuesto, muchos fallan, y un escrito no puede brillar gramaticalmente conteniendo comas mal colocadas y separando el sujeto del predicado de las oraciones.
Por otro lado, este mundo está lleno de impostores fácilmente detectables. La mejor manera de detectarlos es mediante una prueba.
En mi caso, si cometo una sola falta ortográfica en un trabajo me comprometo a realizarlo gratuitamente.
¿No es un buen trato?
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